Papel en blanco

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Feliz Año I

Amanecimos en un año impar. Los restos de la nevada de diciembre seguían cubriendo la hierba de un color blanco reluciente. El frío traspasaba la ventana sin llegar a mis dedos, y respirábamos, como en casa, en una habitación roja y ardiente, como el calor que escondían mis manos. Así amaneció un día de enero, en un lugar con buena compañía. Pensaba que mi más ansiado deseo y a la vez, el más imposible de todos, era convertirme en ese ser que controlase el tiempo. Pensaba, también, que cambiaría el mundo, pero eso aún está por ver. Pensaba demasiados disparates, ahora pienso que sería bueno convertirse en enero. Que alguien pare ese maldito reloj. ¿Es que nadie lo escucha? Una habitación llena de gente y nadie se percata. ¿Es que no quema tus oídos? Los míos están ardiendo, por favor, llamad a un relojero necesito que alguien tome las riendas en este asunto tan peculiar. Necesito que alguien lo haga parar. El tiempo. ¿Quién se cree que es? Señor si no le importa, por favor, deténgalo. Hay demasiados señores del tiempo en la televisión aún me pregunto cuál es su verdadero poder, porque hacer, lo que se llama hacer, no hacen mucho. El tiempo sigue pasando y no saben controlarlo. Oh... cuidado, que un tornado está llegando, y le han puesto nombre. Eso es lo que hacen lo llaman Isaac, y lo personifican, no lo detienen. Está por llegar, y pasó por encima de nuestras cabezas, fuimos a los primeros pisos a por una taza de chocolate caliente y un poco de compañía en situaciones extremas. Todos juntos mientras nuestras bicis intentaban sobrevivir por sí mismas, que lo hicieron muy bien. O quizás fueron esos señores del tiempo que de verdad, por una vez, hicieron bien su trabajo, que lo dudo. Parece que nadie escucha más que ¡feliz año nuevo! Sería feliz si dejara de escuchar el retintín de las horas, minutos, y segundos que pasan. Pensaba que sería fácil convertirse en enero, en invierno, en horas eternas en una cama sin caricias. No sé qfue de aquel rumor, lo decían un día en el mundo en sus letras Vetusta Morla. Mientras la nieve se evaporaba, y estábamos a horas de distancia, de mundos a los que creímos pertenecer. El reloj marca que es tiempo de volver. De comer. De dormir. ¿De soñar? Feliz Año I, empecemos a contar.

Dec. 29 - 2012 Nashville, In.

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