Papel en blanco

Open 24 hours

Desconciertos


Acurrucada cada día en la hamaca amanecía. El sol me trasladaba al paraíso. El paraíso estaba cubierto por una capa transparente. Vivía en una burbuja. El mundo sonaba en el exterior. Con la radio apagada, desconectaba. Un simple off y ya podía decir adiós a las ataduras. La quemazón me estaba superando. Necesitaba agua. Y no, no había nadie cerca con una botella. Siempre prefería caminar con los ojos cerrados. Cada día notaba más esas cuerdas. No escuchaba lo que decían las dichosas noticias. Tampoco hacía falta. Lo sentía. De vez en cuando, unas voces me preguntaban el qué. No sabía qué responder. Nunca supe reconocer sentimientos. Sólo podía afirmar que el exterior estaba demasiado lejos. Aun así seguía desconociendo el porqué. ¿En qué momento escapé de las palabras? Ah, sí. Cuando encontré el botón exit. Qué pena. Ya no lo recuerdo. Y dudo que pueda volver a encontrarlo. Una vez y ya. Sólo una. A veces perdía oportunidades. ¿Y si estoy aquí, qué perdí? Quiero pedir una hamaca nueva. El mundo sigue sin escuchar. Cada día, veo más cicatrices. ¿Serán todas imaginaciones mías? No soy una persona excesivamente pesimista. Así que no creo habérmelas inventado. Existen. Aquí no hay nada. Una hamaca. Una playa. Cabañas. Y se sueña bien. Tranquilidad sin artefactos que hacen puuuuuum!! Y explosionan. El telescopio te acerca a la realidad. Venden y compran armas. Me vuelvo a mi hamaca.
Hoy no quiero saber más.
 

                                          

Y qué harías


- Nada. No lo sé. Quizá inventaría palabras, pero me parece poco. Así que... nada.

- Qué chica más aburrida.
- Embaucarte. Soñarte. Conquistarte. Tentarte. Sonreírte. Abrazarte. Engañarte. Acariciarte. Desgastarte. Tenerte. Calentarte. Comerte. Marearte. Mimarte. Atormentarte. Darte escalofríos. Morderte. Rozarte. Sentirte. Tocarte. Besarte. Marcarte. Sorprenderte. Disfrutarte. Estremecerte. Atraerte. Masajearte. Follarte. Confundirte. Lamerte. Poseerte. Mirarte. Degustarte. Saborearte. Encantarte. Palparte. Sonrojarte. Manosearte. Estrujarte. Envolverte. Satisfacerte.

Cosas que recordar una mañana.

Me gustaba esa manía tuya de entrar sin preguntar, entrar en las vidas sin salir de ellas por mucho tiempo, y no mentiré, me gustaba aún más cuando te quedabas en la mía. Me gustaba despertarme sabiendo que ibas a estar siempre, que tus brazos siempre estaban dispuestos a abrirse para dar calurosas bienvenidas un día sí, y otro también. Además, las clases se hacían más cortas, los descansos volaban cuando estabas, y cuando te ausentabas eran pequeños infiernos eternos. Nunca viene mal un abrazo sincero, y es que, chico, esos eran tus preferidos, tanto como los míos. También me gustaba que vinieras a buscarme, que te preocuparas, tan sólo que me hablaras, que me prestaras más atención que a cualquier otra presona, y lo hacías, con creces, me tenías excesivamente consentida, pero yo adoraba esos momentos, y más, cuando resaltaba en ti esa característica que te hacía ser el niño que fuiste, que no dejabas que nadie cayera en la simple tentación del caer, porque había que levantarse siempre, aunque fueras una persona que ya había caído lo suficiente, pintabas caras sonrientes allá donde ibas, y la gente te apreciaba, y yo más. A mí me gustaba. Me gustaba que cantaras, dijeras, murmullaras, cosas absolutamente sin sentido, porque lograbas que lo importante perdiera valor, y mostrabas lo genial que eran las cosas pequeñitas, como un barril. Había momentos de dolor, en los que no me gustaba mirarte a la cara, porque la culpabilidad no es buena de ninguna manera. Y a mí me gustaba esa inocencia que salía a borbotones de tu mirada, esos ojitos de corderito degollado que no se merecían perder, no se merecían amar y no ser igualmente correspondidos. Y me gustaba cuando éramos mejores amigos, cuando inventábamos cosas, cuando las sorpresas eran las mejores siendo los mejores entre nosotros, que nadie sabía lo que se podía sentir, y nosotros nos sentíamos bien, por encima de todo, me gustaba que nos sintiéramos bien. Y lo hacíamos.

Con-decoraciones.

Tanta basura, y tanta tontería.
Tanta estupidez, y tanta confabulación.
Tanta suciedad y tanta hipocresía.

Nadie habla. El silencio inunda la habitación. Algún que otro tenue silbido suena, y se va apagando. Se escucha cómo la música deja de sonar. El parón de la vida resulta extraño, y sólo se puede percibir algún que otro grito ahogado.
Hablando del final del mundo, y sucede ante los ojos de todos, y nadie hace nada. La minoría se queja, la mayoría se asusta. Será culpa de los políticos. Será culpa de las malas gestiones, será todo obra de Estados Unidos. O de Alemania. No, ahora es el turno de China. Esos chinos tan avanzados... O los japoneses, a lo mejor se forma una alianza. Igualmente, no hay que preocuparse por esto último, no pasará, dos personas no firmarán un pacto sin saber previamente la traición que llevarán a cabo. Casualidades. Coincidencias. El mundo es rosa, la vida es bella, y todos los humanos unos gilipollas que lo creen. No hay más que ser persona y saber, de estrategias, para pisotear a otras. No hay más que utilizar los párpados y cerrarlos, para no ver lo que rodea a esta pancarta de colorines de la que se disfruta cada día. No hay más que preguntarse el por qué, cómo llegaron hasta ese nivel, cómo la construyeron, con qué palabra y a quién le regalaron esa fabulosa sangre púrpura, que ha dado tanto poder. No hay más que articular palabra, pronunciar cada sílaba con valor, para decir lo que uno piensa de manera clara y precisa. Sólo hay que quejarse multitudinariamente. Tan sólo hay que pensar. Sólo hay que hacer un pequeño esfuerzo, y desmantelar el perfecto comedor que está en venta, donde el menú se sirve frío.



Wake up.


Al mediodía de un domingo soleado sobre unas calles pasajeras. No puedo gritar, ahora no, la garganta me duele y sonará vacío. Estoy en una de las ciudades más transitadas, una capital, que nunca duerme, una Gran Vía que a las cuatro de la mañana parece que no ha pasado de la hora punta al ir a trabajar, si no fuera porque la oscuridad increpante lo delata. Es tarde, seis meses de retraso. Aún recuerdo pisadas en la arena, lágrimas caídas en una noche que nunca tuvo que reunir tantas palabras. Ahora, intentando conocer otros planos, deslizo mis dedos por unas vías de colores. Señores, sí, estamos en una punta casi desconocida, y volveremos sin problemas. Un resplandor se asoma por la ventana, los ojitos me brillaban, había vuelto la luz, por fin. Y estaba cansada, agotamiento mental, que decían. Hasta que el despertar provocó que las nubes se disiparan.
Ya es hora, decían algunas mentes. Hemos llegado hasta aquí y vamos a disfrutarlo. Aunque, de momento, me valen unas vacaciones, un bloqueo del cerebro durante una semana, para volver con más fuerzas. Que el despertar se llama Madrid y más de uno está adormilado. Mientras tanto, mayo se acerca.

Hablemos de tiempo.

Aquel que aparece, y se desvanece. Ese que tanto me gustaría congelar en determinados momentos, ese presente que me atormenta, que me agobia por el simple hecho de ser pasajero, a la vez que da esperanzas cuando una se siente cansada, y necesita, simplemente, que transcurra.
Cansada de las limitaciones establecidas, a las que cada uno se apega como si de una casa se tratase. De escuchar que no hay ilusión, que sólo son entretenimientos, o metas de un día o una semana. De ver que nada tiene valor en un mundo de humanos donde cada uno intenta conseguir una mejor posición, aunque no valga la pena. A pesar de que todos acaban en el mismo lecho.
Agotada de tolerar, a pesar de que el tiempo acabe pasando factura. De sentir que el tiempo se escapa, como todos, y sentir la impotencia de no actuar, dejándole que me arrastre con su corriente, llevándome a extremos desconocidos, siguiendo el curso del río sin poder ir a contracorriente, y aceptarlo. No.
Es fácil idealizar, y mucho más sencillo crear mundos paralelos donde la mentira siempre está en el aire. Ser consciente de que, aquellos que no son capaces de sobrevivir, no son cobardes. Razones dan y sobran.
La monotonía. De una humanidad que no se detiene, que da asco. Que reprime, que no se atreve a luchar, porque todo está dado. Donde las amenazas siempre están presentes. Y odio ese presente. Y más odio ese pasado que nadie mira, que nadie es capaz de sentir que regresamos hacia atrás con una velocidad vertiginosa, que el control está en auge, y no somos más que víctimas de una sociedad, atados a nosotros mismos. Penoso.
Muchedumbre, que no hay otro nombre. Donde va el grupo, se dirigen todos. Por miedo, porque uno no es capaz de decir lo que piensa sin pelos en la lengua, por ética, por moralidad. Qué sé yo. Ya ni el cariño, ni el aprecio. Porque hay cosas que suceden, que sabemos que pasarán, y no es por el secreto de pensar una cosa u otra. Tiempos de aburrimiento donde todo ha de ser diversión, y estamos aquí repitiendo semana por semana, sin crear un año que no tenga repeticiones. Una se cansa de las reiteraciones. Y de vociferar que odia que el tiempo se apodere de todo, de nuestros propios pensamientos. Llegándonos a consumir.

Llamadas de desesperación.

-¿Dónde estás?
-Ahora no me encuentro disponible. Deja un mensaje después de esuchar la señal. Piii.
-Sólo quería darte las gracias, decirte que sin tu apoyo no hubiera llegado a tener tanto miedo. Te preguntarás el porqué, o no, quién sabe. Es la última vez que voy a marcar este número, es la última vez que voy a decirte que estaré ahí cuando lo necesites. Y créeme que es cierto, no mientas, no te mientas creyendo que puedes controlar todos los movimientos. Ya perdiste una vez. Y no vas a ganar, ni una. Quizá sea demasiado brusco, o suene con rencor, pero créeme, que sabes que soy incapaz de sentirlo. Tal vez, te vuelva a ver, porque el mundo es muy pequeño, y me lo voy a comer entero. Pero no te esfuerces, no comprenderías que las palabras son comunicación, que los gestos, se desgastan, y te quedas atrás, en el último lugar, en la última posición de esta carrera que desemboca en el mismo sitio. Hoy beberé agua, zumo con naranja, y brindaré por todos los jóvenes, que no saben qué hacer con sus vidas. Brindaré mucho, por lo que se ve. Y por mí, en primer lugar. Porque, soy tan importante para mí que no es necesario que alguien me lo cuente. Que yo, ya lo sé. Muchas gracias por tu atención. Algún día, si quieres, te volveré a ver perder.

Parte 3812

-Mentir.
-Capacidades.
-Agradable.
-Recordar.
-Te.
-Sorpresas.
-Tú y yo.
-Ahora.
-Guitarra.
-Eléctrica.
-Azul.
-Nubes.
-Verano.
-Febrero.
-Excusas.
-Interminables.
-Sí.
-A contracorriente.
-Frío.
-Invierno.
-Contestar.
-Revolución.
-Miedo.
-De esperar.
-Olvidar.
-El tiempo.
-Insufrible.
-Eterno.
-Trastorno.
-Discapacidades.
-Psicología.
-Bolígrafos.
-Conversaciones.
-Papel.
-Blanco.
-Negro.
-Música.
-Llorar.
-Y gritar.
-Ver.
-Esperanzas.
-Correr.
-Jadeos.
-Sensibilidad.
-Fuera.
-Habitaciones.
-Vacías.
-Estados.
-Localidades.
-Patinar.
-Siempre.
-Beneficios.
-Mitades.
-Principios.
-Economía.
-Tonterías.
-Libertades.
-Sueños.
-Inalcanzables.
-Un millón.
-De suspiros.
-Ganas.
-De sentir.
-Seises.
-Dados.
-Sollozos.
-Suerte.
-Ilusiones.
-Mentiras.
-Abrazos.
-Reconfortantes.
-Silbidos.
-De auxilio...
Ĭ