Papel en blanco

Open 24 hours

Wake up.


Al mediodía de un domingo soleado sobre unas calles pasajeras. No puedo gritar, ahora no, la garganta me duele y sonará vacío. Estoy en una de las ciudades más transitadas, una capital, que nunca duerme, una Gran Vía que a las cuatro de la mañana parece que no ha pasado de la hora punta al ir a trabajar, si no fuera porque la oscuridad increpante lo delata. Es tarde, seis meses de retraso. Aún recuerdo pisadas en la arena, lágrimas caídas en una noche que nunca tuvo que reunir tantas palabras. Ahora, intentando conocer otros planos, deslizo mis dedos por unas vías de colores. Señores, sí, estamos en una punta casi desconocida, y volveremos sin problemas. Un resplandor se asoma por la ventana, los ojitos me brillaban, había vuelto la luz, por fin. Y estaba cansada, agotamiento mental, que decían. Hasta que el despertar provocó que las nubes se disiparan.
Ya es hora, decían algunas mentes. Hemos llegado hasta aquí y vamos a disfrutarlo. Aunque, de momento, me valen unas vacaciones, un bloqueo del cerebro durante una semana, para volver con más fuerzas. Que el despertar se llama Madrid y más de uno está adormilado. Mientras tanto, mayo se acerca.

0 apreciaciones:

Publicar un comentario

Ĭ