Papel en blanco

Open 24 hours

Hablemos de tiempo.

Aquel que aparece, y se desvanece. Ese que tanto me gustaría congelar en determinados momentos, ese presente que me atormenta, que me agobia por el simple hecho de ser pasajero, a la vez que da esperanzas cuando una se siente cansada, y necesita, simplemente, que transcurra.
Cansada de las limitaciones establecidas, a las que cada uno se apega como si de una casa se tratase. De escuchar que no hay ilusión, que sólo son entretenimientos, o metas de un día o una semana. De ver que nada tiene valor en un mundo de humanos donde cada uno intenta conseguir una mejor posición, aunque no valga la pena. A pesar de que todos acaban en el mismo lecho.
Agotada de tolerar, a pesar de que el tiempo acabe pasando factura. De sentir que el tiempo se escapa, como todos, y sentir la impotencia de no actuar, dejándole que me arrastre con su corriente, llevándome a extremos desconocidos, siguiendo el curso del río sin poder ir a contracorriente, y aceptarlo. No.
Es fácil idealizar, y mucho más sencillo crear mundos paralelos donde la mentira siempre está en el aire. Ser consciente de que, aquellos que no son capaces de sobrevivir, no son cobardes. Razones dan y sobran.
La monotonía. De una humanidad que no se detiene, que da asco. Que reprime, que no se atreve a luchar, porque todo está dado. Donde las amenazas siempre están presentes. Y odio ese presente. Y más odio ese pasado que nadie mira, que nadie es capaz de sentir que regresamos hacia atrás con una velocidad vertiginosa, que el control está en auge, y no somos más que víctimas de una sociedad, atados a nosotros mismos. Penoso.
Muchedumbre, que no hay otro nombre. Donde va el grupo, se dirigen todos. Por miedo, porque uno no es capaz de decir lo que piensa sin pelos en la lengua, por ética, por moralidad. Qué sé yo. Ya ni el cariño, ni el aprecio. Porque hay cosas que suceden, que sabemos que pasarán, y no es por el secreto de pensar una cosa u otra. Tiempos de aburrimiento donde todo ha de ser diversión, y estamos aquí repitiendo semana por semana, sin crear un año que no tenga repeticiones. Una se cansa de las reiteraciones. Y de vociferar que odia que el tiempo se apodere de todo, de nuestros propios pensamientos. Llegándonos a consumir.

0 apreciaciones:

Publicar un comentario

Ĭ