Papel en blanco

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Ella olvida el camino encontrando su sentido

Decían algunos que la vida era difícil de creer...


-Hey, para un momento, deja de leer.
-¿Qué te ha traído aquí, otra vez?
-Vamos, sabes perfectamente a lo que he venido.
-Sí, ahora toca la misma pregunta, ¿cómo te encuentras? –Dijo ella tratando de imitarle.
-El golpe fue muy fuerte. Quiero asegurarme de que estás bien.
-Estoy leyendo, me siento estupendamente.
-¿Los echas de menos?
-A todos. Ya no me sale escribir.
-Y lees para inspirarte.
-Te equivocas.- Rió, y prosiguió la conversación- Leo para evadirme, me siento bien porque  la protagonista de la novela acaba de llegar ahora mismo al culmen de lo extraordinario. La autora supo plasmar cada milímetro de sensaciones casi a la perfección, logrando transmitir hasta el sabor del caramelo. Se me pone el vello de punta.
-Perdona por distraerte, no era mi intención. Me encanta que sonrías así.
-¿Y cuál es el motivo de tu visita? Parece diferente, parece importante.
-Un ofrecimiento, para ti.
-¿De qué se trata?
-Hagamos un cambio. Mi propuesta consiste en que salgas de aquí de este jardín durante tres semanas, que vuelvas a final de mes.
-¿Adónde debería ir?
-A un sitio en el que te encontraras a ti misma, donde no te pierdas, aun sin saber dónde estás.
-Menuda locura me propones. Pero continúa, por favor.
-Desde que sucedió, ya sabes qué, no has parado de pensar en ello, y de darle vueltas a la cabeza. Creo que mereces un descanso.
-Dices que tengo que tomarme unas vacaciones, lo veo bien, pero ahora he de estar aquí más que nunca, mi hermana me necesita. No puedo marcharme.
-Espera, que sigo comentándotelo. He dicho un cambio, tu hermana no se quedaría sola, yo cuidaría de ella, mientras esperamos tu regreso.
-Vamos, pretendes que me marche a la aventura para olvidarme de todo.
-Podría decirse así. Aunque mi intención es que te encuentres, que te sientas bien contigo, ese es el primer paso, después de eso podrás ayudarla. Debes estar en plenas facultades para apoyarla, no dudes lo que te digo.
-Estoy pensando… Tres semanas fuera, ¿cómo sobreviviré?
-Sin dejar que te pisoteen, claro está. Tendrás un abono de viaje, es decir, podrás utilizar todos los transportes que puedas, y también contarás con un coche de alquiler.
-No sé conducir.
-Allá donde vayas no tendrás que saber, lo irás aprendiendo todo. También encontrarás en tu camino varios lugares donde hospedarte, todos ellos están marcados en esta guía. Mira, aquí tienes el abono, esta es la guía, aquí tienes todos los nombres de los sitios, por si te vuelves loca, pero ten en cuenta que vayas donde vayas no estarás perdida, estarás encontrando el norte.
-¿Y si aparezco en Australia?
-Ese será tu rincón, tu sur, tu norte. El centro donde te halles. Sabía que ibas a aceptar. Sólo te falta marchar, con el amanecer, para que el Sol te acompañe.
-Está bien, cuídala mucho. Volveré mejor que nunca, con pilas de repuesto para todo un año, quizás más. –Respondió a la vez que asentía con la cabeza.
-Y recuerda, cuando vuelvas, tendrás que escribir la historia más hermosa que nunca hayamos escuchado. Sabes que será hermosa porque no serán palabras vacías, será una historia real. La tuya propia, sin ir más lejos.
-Tienes mucha fe. Entonces deberé llevarme mi cuaderno, y el bolígrafo verde.
-No lo conviertas en un diario.
-Tranquilo. Las historias reales no tienen por qué ser un diario, no han de ser rutinas que se repitan, iré, y en cada amanecer escribiré la primera palabra del día. Cuando llegue la tarde, y la noche, y se sucedan, cuando el día o los días se hayan acabado porque ya se han vivido, cuando existan hechos preciosos, los plasmaré. Seré como aquella autora que leo. Y me iré sin haber terminado el libro.
-Volverás con uno tuyo, propio. Con mucho más valor.
-Quizás, os lleve conmigo, y no regresemos.
-Eso será maravilloso. Tu hermana se alegraría.
-Lo hará. Créeme, me has dado fuerzas para seguir, para buscarme, para encontrar verdaderamente sentimientos que merezcan la pena, palabras que reconforten, porque sean sinceras.
-Esperaré ansioso noticias tuyas.
-Te llamaré cuando la historia se haya hecho real.
-Al final del camino. Sé que no me decepcionarás. Buen viaje, no olvides disfrutarlo.

Maquetas que reinventar

Sucede que de vez en cuando la tela de araña se hace más resistente y olvidamos las vivencias que están metidas en el desván. Sucede que, alguna que otra vez, olvidamos pequeños placeres que la vida trae ante nosotros sin que los pidamos, y son éstos los que más felices nos hacen. Hay palabras que nos cautivan en una noche de estrellas contaminadas, y es entonces cuando no nos damos cuenta del halo gris que las cubre. A veces ocurre que las personas más importantes en nuestras vidas son las que menos aparecen en ellas, pero nunca dejan de parpadear. Y son amigos, aquellos que se pueden contar con los dedos de una mano. Sucede que a veces olvidamos nuestra propia existencia, y otras veces, olvidamos la de los demás. Sucede que la paciencia es intermitente, y la tendríamos que tener más en cuenta. Tendríamos que tener más en cuenta esas vidas parpadeantes que aparecen de vez en cuando, pero que parpadean siempre. Somos humanos, nosotros mismos, y nos equivocamos. Nos dejamos llevar. Sucede que de vez en cuando necesitamos un abrazo subido de tono, pieles que nos hagan temblar, corazones que palpiten tan sólo al vernos, caricias que desemboquen en sonrisas ajenas. Sucede que, otras veces, damos demasiado por conseguir aquello que ansiamos, sin tener en cuenta aquellas vidas parpadeantes que están con nosotros. Sucede, también, que el tiempo pasa y llena de recuerdos el desván. Sucede que, de vez en cuando, hay que desalojar ese desván, mudarse, y dejar marchar, arrojar recuerdos al mar, que los cuide la marea. Sucede que nos alejamos de nuestras propias miradas. Sucede que crecemos.
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