Papel en blanco

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Maquetas que reinventar

Sucede que de vez en cuando la tela de araña se hace más resistente y olvidamos las vivencias que están metidas en el desván. Sucede que, alguna que otra vez, olvidamos pequeños placeres que la vida trae ante nosotros sin que los pidamos, y son éstos los que más felices nos hacen. Hay palabras que nos cautivan en una noche de estrellas contaminadas, y es entonces cuando no nos damos cuenta del halo gris que las cubre. A veces ocurre que las personas más importantes en nuestras vidas son las que menos aparecen en ellas, pero nunca dejan de parpadear. Y son amigos, aquellos que se pueden contar con los dedos de una mano. Sucede que a veces olvidamos nuestra propia existencia, y otras veces, olvidamos la de los demás. Sucede que la paciencia es intermitente, y la tendríamos que tener más en cuenta. Tendríamos que tener más en cuenta esas vidas parpadeantes que aparecen de vez en cuando, pero que parpadean siempre. Somos humanos, nosotros mismos, y nos equivocamos. Nos dejamos llevar. Sucede que de vez en cuando necesitamos un abrazo subido de tono, pieles que nos hagan temblar, corazones que palpiten tan sólo al vernos, caricias que desemboquen en sonrisas ajenas. Sucede que, otras veces, damos demasiado por conseguir aquello que ansiamos, sin tener en cuenta aquellas vidas parpadeantes que están con nosotros. Sucede, también, que el tiempo pasa y llena de recuerdos el desván. Sucede que, de vez en cuando, hay que desalojar ese desván, mudarse, y dejar marchar, arrojar recuerdos al mar, que los cuide la marea. Sucede que nos alejamos de nuestras propias miradas. Sucede que crecemos.

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