Papel en blanco

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Autenticidad.


Frío con prisas. Calor entre sábanas, cerca del mar.
Diferencias, conversaciones, palabras compartidas, curiosidad. Y apareció.
Ante nosotras, una ciudad se iba expandiendo, acercándonos a sus límites, a su sur, porque nos perdíamos entre tanta multitud, tantas pisadas, demasiadas.
Sonidos, voces que parecían articular 'novato', marcaban unas pautas, el sentimiento de la incertidumbre rodeaba todo aquello cuanto creímos conocer.
Apenas girar la vista, 45º no más, es suficiente para intentar ver con claridad. Vives, y no es un pasado, vives y sabes con certeza que te acompañan, como aquel día en una primera comida. Antes un hola significaba mucho... compañía.
Compañía que a veces se desea, y otras tantas puede llegar a estar de más, pero nunca se rechaza, sólo en casos de extrema necesidad, que el cambio fue mucho y algunos no son capaces de adaptarse, o, simplemente, se conocen y desde un principio pueden decir sí o no, porque se saben, y perciben que no dejarán atrás su esencia, fieles a sus ideales.
Novedades que tientan a perder la razón, a dar un vuelco a esas vidas que fueron tranquilas, en su día. Situaciones pasadas de moda, que un paseo o caminar son acciones tan comunes que no se aprecian, así que por experimentar todos pierden el control de su cabeza, repitiendo cada día, cada noche, aquello que ven nuevo, aunque ya no lo sea. Reiterativo, el besar ya no es sólo cuestión de enamorados.
Nosotras, procedentes de unas tierras cálidas arropadas por el mar nos fuimos a un medio en el que el frío se hace notar, con intención de acostumbrarnos, de descubrir ese mundillo que se nos presentaba tan gigantesco. Ahora va reduciéndose, hasta llegar a la punta del pie de personas que se muestran espontáneas, naturales, tal y como las ves. Son como las piensas, transparentes, a la vez que delicadas y tan fuertes como los torbellinos, aquellas que creen que el mundo se les queda grande. Lo único que ocurre que no son capaces de admitir que pueden con ello, que llegará un momento en el que lo tengan todo en la palma de sus manos. A esas personas hay que decirles que continúen adelante.
Esas personas únicas, quienes van de la mano de la autenticidad. Ella lo es, y lo seguirá siendo. Además de un apoyo, sus ideas claras, y la sinceridad añadiendo una pizca de coherencia (siempre dentro de los límites de la locura).
Recuerda que es sólo el comienzo, Casablanca, Friends... Un Madrid lleno de aventuras, querida.


Esbozos de un alma hecha a trazos XI.


Reflexiones de un día a las ocho de la mañana, de otro por la noche y todos los demás. Siempre pensaba, que su cabeza iba por otro camino, más enderezado quizá, y sus impulsos eran una barca sin remos, sin timón, metida en un océano sin final. Ella seguía la corriente, en su propia mente rodeada de un mundo aparte. Mientras tanto, octubre se despedía con un mensaje: dos meses.

D e s o r i e n t a c i o n e s.

La comida estaba hecha, la mesa del comedor preparada y aún eran las dos menos cuarto.
Su sobrino llegaría pronto, su hermano, tan puntual como siempre lo dejaría en la puerta justo a la hora de comer. Ella, mientras tanto, se sentaba en la silla de la cocina y se limitaba a esperar.
Además pensaba, ella quería a su sobrino como si fuera suyo, creía estar agotada de lo que la vida le había dado, con tan sólo diecinueve años, cansada del mundo y de su forma peculiar de la que todos salían escaldados, directos a otro extremo.
La silla se convirtió en la butaca del salón, en una de esas mecedoras que utilizan las personas mayores y había un ovillo de lana en el suelo, al lado de las agujas y de un jersey inacabado. De repente, se despertó y fue consciente de que había caído de nuevo en esa tentación que tenía siempre, desde sus diecinueve años, a recordar.
A recordar aquel día en el que el mundo no le pareció un lugar seguro, sino un lugar del que quería huir tras el accidente que dejó sin vida a su hermano y a su sobrino. Este retraso nunca supo olvidarlo, sin embargo, ella creía que aún se trataba de una impuntualidad inusual.

Esbozos de un alma hecha a trazos X.


Después de caer en un nuevo entorno, ya había cambiado todo, sus pensamientos, su vida. Miraba, y atrás no había nada, no merecía la pena detenerse, el tren ya había comenzado a rugir y era la hora de entrar al vagón indicado, dejar la maleta, y respirar el aire del viaje imaginando que la palma de la mano rozaba todo lo que habita tras el cristal, incluso el reflejo de una mirada recientemente perdida. No había billete de vuelta.

Mareos.

Hay caricias que saben a miel cuando entran por las orejas, cosquillas que pueden reventar un órgano, risas que duelen en los oídos, bonitas dentaduras que gritan cómeme. Y largas charlas entre desconocidos que duran más de lo previsto, porque, no se controla uno y aún menos se puede controlar a otra persona. Instantes, en los que es mejor prevenir que curar porque verlo todo de colores podría ser divertido, pero todo negro o nada blanco, no suena igual. Además de esas canciones que no se renuevan que todas parecen una copia de la primera que salió, que fue la más original, después todas se volvieron igual, insignificantes.
Un día alguien tuvo que mirar a todos lados, y vio que se encontraba en el extremo de todas las cosas, en aquellos límites que nadie veía, a los que nadie acudía. Al encontrarse a sí mismo, las preguntas más misteriosas las iba respondiendo, en un lugar distinto.
En un sitio, en el que todo parecía brillante tras los ladrillos, en donde los edificios eran mucho más grandes que con los que él soñaba. En un lugar lejano, había encontrado su sitio, entre tanto cartel iluminado, personas que llegan tarde y estudiantes que aspiran a llegar, a llegar a todo.
Llovía y no, la lluvía no lo mojaba... La ropa incluso estaba seca, aunque estuviera empezando a granizar. Era pronto para pedirse un helado de vainilla y stracciatela con una limonada casera. La mujer del bar seguía observando, como hacía siempre. La diferencia es que esta vez el adiós-hola vida nueva, no causaba ningún estrago. Había deseado encontrarse allí desde que un renacuajo lo invitó a tomar café.

Caos.


Carcajadas, sonrisas falsas y besos regalados e infravalorados. Copas y copas de alcohol, hasta llegar a puntos que ya no es diversión, tragos amargos que no tienen sabor, se transformaron en ella y tus recuerdos. Está presente en cada gota, en cada una de tus miradas aunque abras los ojos, los cierres y vuelvas a abrirlos, ella sigue ahí aunque supuestamente la evitabas te das cuenta que también la buscabas, inconscientemente.
Giras la cabeza, ambiente intoxicado, el humo te hace ver menos aún, perdido.
De repente una mano acaricia la tuya y la coge, con fuerza.

Esbozos de un alma hecha a trazos IX.


Verter todos los restos al mar, olvidar que alguna vez estuvieron más que cerca, pensar en lo que pudo haber pasado; ahora no es el momento.
Fingir una y otra vez, alejar a las personas para no cogerles cariño, el más mínimo aprecio es peligroso.
Cobardía, al ver cada día pasar, sin impedirlo, sin hacer nada para provocar alteraciones. El mundo está lleno de miedo y sólo se atreve a seguir la corriente. Días en los que despertar y mejor no ver nada, días en los que es mejor no despertar.

14Octubre2010

Luces de colores.

Necesito un chute de adrenalina, coger un coche sin saber conducir aún y lanzarme a la autopista, de cabeza. Ir perdiendo el control, poco a poco, saber que la consciencia puede fallar y que dé lo mismo, sentir que las paredes están dobladas e ir andando por el techo. Boca abajo.
A contracorriente, como lo que nadie espera, como aquellas personas que no esperan a nada, que cogen el primer tren que pasa por su parada sin saber si es el adecuado, por impaciencia. Ser capaz de mencionar tres locuras seguidas y hacerlas realidad, solos o bien acompañados.
Coger las riendas del tiempo, y perderlo a su antojo, multiplicar los segundos de una hora, hacer que un día sólo dure una y que sea especial. Salir por la puerta aun sin conocer la hora de vuelta, ni tan siquiera si se volverá. Deseos que se cruzan, que se contrarían, mezclarlos, hacer que sean un jugo homogéneo que tomar una noche de copas, una noche en la que se arriesga todo a una papeleta, a un pensamiento, o, a un sentimiento.
Todo, para después necesitar un chute de chocolate, como si regresara a casa.

Time, taim.


Hoy llovía, y cada gota al caer resonaba en la cubierta, todo el mundo se asomaba por la ventana, sus curiosas cabezas trataban de observar esos truenos, rayos y relámpagos que avecinaban una tormenta, un día que marcaría el comienzo y final de muchas cosas, vacaciones pasadas por agua, o descansos relajantes al escuchar que el murmullo está fuera, lejos, que no interfiere en el camino de aquellos que se quedan, como en casa, jugando a las cartas, al futbolín.
Llovía y aún no había nada claro, las nubes repletas de agua que lloraban cual delicada princesa en su torreón, esperando a otra princesa que la ayudara a salir de allí, con ingenio y no con un beso a traición, sino con una mano amiga de esas que están siempre, no sólo cuando haya que comprometerse, o no.
Hoy el calor de esas manos que apreciaron la ternura quedaba fuera de juego, la música invadía la sala y no se permitían decir bobaliconadas que hirieran, no era el momento. Algunas caras aún mantenían la esperanza, el estar acompañados les hacía sentir bien, preparados para hacer locuras, empezar a vivir.

Las miradas perdidas de gente que no se supo bien, manos entrelazadas de quienes supieron elegir bien, corazones rotos por obra de sin corazones, sonrisas de quienes se encuentran por el camino y deciden convivir, seguir juntas.
Esa lluvia caída mostraba las diferencias de un verano acabado y de un otoño que empezaba a resurgir, marcado por las hojas que dulcemente caían sobre el asfalto, sobre los coches aparcados una tarde nublada de fin de semana en la que es preferible no salir, porque fuera, el mundo era doloroso.

Dentro de esas sábanas se encontraban en un rincón reservado, lejos de palabras malsonantes, de puñaladas que van directamente al corazón pasando por la espalda. Era un viernes de películas.
Un viernes de vacaciones en octubre.


8Octubre2010.

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