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Escrito por
La chica de las uñas azules
en
10/20/2010
Después de caer en un nuevo entorno, ya había cambiado todo, sus pensamientos, su vida. Miraba, y atrás no había nada, no merecía la pena detenerse, el tren ya había comenzado a rugir y era la hora de entrar al vagón indicado, dejar la maleta, y respirar el aire del viaje imaginando que la palma de la mano rozaba todo lo que habita tras el cristal, incluso el reflejo de una mirada recientemente perdida. No había billete de vuelta.
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