Papel en blanco

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I'll take everything.


Mientras tú, agotado del viaje, dormías, yo escribía. O lo intentaba.
Salieron palabras a borbotones, esbozos de situaciones, escenas de películas, que componían mi vida como si fuera una melodía. Una canción que poner en el reproducctor, y repetir hasta saber el momento de cada respiración. Nunca me fue tan difícil hacer un diálogo, nunca había sido tan complicado reproducir palabras reales. Pero lo eran, en eso consistía la vida, en grabar, ver, tocar, acariciar, y saber. Conocerte. Disfrutar un día de verano, o de invierno, de las nubes. Soñar por las noches en despertar la mañana siguiente, y verte. Ir al otro lado del mundo, coger un avión, un tren, un autobús, para acabar caminando por la carretera. Esperar a la desesperación, ir acompañados de la exaltación. Regresar a ese sitio llamado casa, y ser consciente de que por esas paredes pasaron ya demasiadas miradas, que lo seguirán haciendo. Volver, dulce película. Cómo no, Almodóvar. Almodóvar y sus premios Goya. Tú, ellos; papá y mamá. El sabor de la distancia, amargo olor a lejanía. Necesidades, de estar a solas, de hablar, de tener compañía, de sentir los límites de la libertad. Qué diablos. Salir a la ciudad para rozar cada extremo del cielo, robar sonrisas, quedarme con la tuya, regresar y recuperar aquella palabra de la penúltima frase, libertad. Y descubrir, mientras duermes, que hay muchas razones que aún desconocemos, para sobrellevar las continuas interrupciones que nos suceden. Resignarse, una palabra que no está en mi diccionario de vida. Vámonos... Y vayamos a por todo, a por cada pedacito de canción para hacerlo nuestro, a por cada gesto, robemos suspiros. Me quedaré con cada exhalación que parta de tu boca, para que desemboque en mis oídos, y sean todas mías. Logremos salir de la cárcel de la rutina, rompamos nuestras reglas, juguemos, pero nunca con sentimientos, gritemos y dejémonos llevar. Guardemos nuestra intimidad alejándonos de redes sociales, que sólo desmenuzan realidades, que destrozan y deprecian el puro aprecio. Que las palabras, sólo carecen de importancia cuando van dirigidas a todo el mundo. Ardamos en la hoguera, en aquella que invade nuestros pensamientos, en aquella donde nos perdemos. Aquella que mientras tú duermes, habita tus sueños, y mientras yo escribo, susurra la historia que tú imaginas.

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