Papel en blanco

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El Último Rayo



Nunca había dejado de ser una tormenta que arrastraba con ella todo lo que sobrepasaba. Tormenta de verano, de invierno, de rayos. Hasta que uno de esos últimos me atravesó desprevenida. Me detuve menos de un segundo a mirar el mapa, ese de usted está aquí seguido de una mano con un dedo índice que señalaba mi ubicación. Nada más identificar dónde me hallaba, ese rayo me alcanzó. Mientras, la niebla disipaba el camino. No había vuelta atrás, la tormenta era el final de nuestra aventura. Tú y tus tormentas. Yo y mi cansancio. Mi sed, mi necesidad de cambiar el rumbo. Tu tormenta arrasó con todo lo que se encontró, se mudó al noreste llevándose consigo todas mis energías y aquel GPS que con voz robotizada me dirigía cada kilómetro a ti y a tus tormentas. Se fue, la tormenta, con ese rayo estruendoso que se alejó ya sin hacer ruido y mis ganas de pelear se fueron convirtiendo en susurros que la tormenta se llevó al mar. Ya sólo quedaba ese libro de poemas. Veinte. Una cuenta atrás. Y una canción desesperada, allí donde se había perdido la conexión.


We do not longer hold on to let go.

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