Papel en blanco

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It just happens.

Ocurre que la vida da demasiados giros de ciento ochenta grados, que uno no sabe dónde meterse, si debajo de la manta el calor aguantará, o si un buen abrigo puede ser suficiente para disfrutar del invierno.
Tabernas donde el humo y el alcohol son los protagonistas, donde el vicio nunca dejó de estar presente, momentos de soledad en compañía.
A veces ocurre que uno se cansa de ir a los mismos lugares, de hacer las mismas cosas siempre, de releer y leer otra vez los mismos párrafos que no dirán cosas nuevas porque la magia es algo que no incluyen esas palabras, y la magia no es suficiente para hacer que esas palabras sean más tiernas, porque la ternura no sólo se encuentra en un rincón del mundo. Y mucho menos en las mismas palabras que se repiten siempre.
La ternura está en los ojos, de todos y cada uno, en los gestos que uno regala, en sonrisas bajo el mar o en reencuentros no planeados, porque no hay nada mejor que esas sorpresas que uno se lleva, que hacen que uno pueda levantarse feliz durante días, porque no han sido esperadas. Que no hace falta esperar, sólo salir corriendo y gritar, que el mundo no tiene piernas y tú puedes llegar más lejos.
Uno sólo necesita dar dos tragos a un vaso de agua para seguir adelante. Adelante en unas calles que atormentan, que ni pintadas de colores llamativos atraen, porque las luces se apagan y todo quedaría oscuro. La luz del sol está centrada en otros mares, en otras colinas, en otras ciudades y en algunas bienvenidas. Aunque las despedidas ganen por goleada en un partido sin final, que uno desconoce el desenlace, que una apuesta la puede perder (o no), si se arriesga. El riesgo que todos deberíamos tener, pero uno tiene más miedo que atrevimiento y hay cosas especiales que no suceden, porque uno mismo no se deja salir a la calle, a gritar, a vivir. Porque prefiere quedarse entre cuatro pareces que no se mueven, ya que su lema es más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer y se conforman, por no decepcionarse, por seguir con un plan establecido que sembrará pocas sorpresas, sin que ningún cabo ande suelto. A veces ocurre que uno se equivoca y es cuando el caos entra en la vida, y además no quiere salir, pero uno se empeña en arrojarlo fuera cual trapo usado, sin saber que lo echará de menos.
A veces uno, cansado de la existencia, de la rutina, necesita aquello que tuvo y despreció, aquello que en unos momentos, cuando más lejos está, se quiere con más ganas que nunca. Quien fuera aire para poder estar en tantos sitios, en tantos alientos, en cada suspiro y tocarlo todo con una suave brisa que emana del todo y llega a esas sonrisas cálidas que rebosan alegría.

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