Papel en blanco

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Sin capitales.


Salgamos un rato esta tarde, podríamos ir al cine, cenar allí y tal vez jugar a los bolos un ratito, o pasar más tiempo en el billar intentando no rozar la bola negra. ¿Sería un buen plan, no crees? Aunque siempre podemos imitarlo, como siempre hemos jugado a ser quienes no somos, o imaginar que una cucharilla es un cetro del poder que se podría derretir en nuestras manos. Ha habido cosas que no teníamos a nuestro alcance, pero las hacíamos realidad, no querría perder esa facultad. ¿Cambiamos el plan?
Deberíamos atrevernos... Pasaremos una tarde siendo cocineros, buscaremos en el armario de la comida unos aperitivos, quizá palomitas sea la mejor opción. Después encontraremos el sirope de chocolate en la nevera, y la sal estará en su recipiente. El siguiente paso es coger el plato gigante donde reunir las palomitas, y añadirles la sal. Por último, el sirope.
No obstante, no podemos olvidar encender el ordenador y poner una película, de esas que nos dejen marcas como La vida es bella, o una de What's up, tiger Li
ly? sin sentido, un musical como Moulin Rouge o un clásico como Casablanca. Aunque siempre se puede recurrir a las películas americanas de entretenimiento. Puesta la película no nos hace falta más que el suelo, cubierto por una manta, a causa del invierno, y para más comodidad un par de cojines. Entonces veremos la película y empezaremos a ser esos personajes que aparecen, con los que nos identificamos y olvidaremos por unos momentos quienes somos, y nuestras vidas, también nuestros problemas para meternos en la piel de los protagonistas. Cuando las palomitas se acaben, y ya no volvamos a ser cocineros, y cuando la película vaya acabando jugaremos a ser personas adultas que necesitan tenerlo todo recogido, pero cambiaremos de planes al ver que aún somos adolescentes, que los cojines del sofá siempre pueden acabar en el suelo y nosotros inventaremos nuestra propia película durante unas horas, creyéndonos amantes, desbordando ternura e invadiéndolo todo de olor a pasión, antes de que el amanecer vuelva, y nos derpierte dándonos de frente con la realidad; en la cual no está permitido vivir actuando, aunque todo sea un escenario.

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