Papel en blanco

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Truenos.

Mañana, mañana será otro día. Esas palabras fueron las que resonaban en su dulce melodía, aquella que cantaba una y otra vez mientras que se cepillaba el pelo.
Él la escuchaba desde su ventana, deseaba estar cerca de ella, pero una barrera de vacío lo separaba, y sabía que se lo merecía. Susurros que una noche habían alcanzado sus oídos, palabras aterciopeladas en noches de septiembre cuando el mundo está en decadencia y sólo merecía la pena la ternura humana. Caricias que se convirtieron en gritos de auxilio, llamadas que nunca fueron correspondidas; ya sólo quedaban dulces recuerdos.

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