Papel en blanco

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Día y noche.


A altas horas de la madrugada, el pensar era una tarea agotadora, no salían palabras, no sentía emociones, estaba demasiado vacío todo sin vida. Tan sólo eran perceptibles esas luces de las farolas dispuestas a alumbrar la calle hasta el amanecer, como cada noche hacían al ser activadas. Una vez un niño preguntó de quiénes eran esas ideas, quién era capaz de tener tantas ideas por la madrugada, él seguía pensando que las bombillas y la luz que emerge de ellas son producto de la mente de una persona que ha tenido una buena idea, pequeño iluso que veía la televisión. Nadie fue capaz en ese momento, ni tan siquiera sus padres, de negarle su incisión, algo tan lúcido a esa edad puesto que se decepcionaría al salir, al ver que el mundo no era ese de las maravillas que él estaba esperando tras ver esa película titulada Alicia, que un gato de sonrisa extremadamente vistosa no iba a ayudarle y se daría cuenta de ello cuando fuera creciendo, querían dejarle de mientras con su ilusión.
A las afueras de la casa, el cielo estaba completamente oscuro, sólo algunas estrellas relucían más que sus compañeras y tenía la intención de apoyar mi cuerpo en la barandilla, como si estuviera esperando a alguien importante que apareciera de repente llevándome consigo… Aun así no lo hice, lo dejé en cosas de sueños, o de cuentos de hadas que sólo suceden a las princesas Disney o en películas en las que la chica poco agraciada consigue el amor de su vida, un joven apuesto y con dinero, toda una maravilla envidiable.
Esta noche parece eterna, las horas transcurren lentamente, los segundos más y el calor del cuerpo va desapareciendo tras esa ráfaga de aire frío que inunda mi alma. Una noche más de insomnio que añadir a la lista, confusión y desesperación, incertidumbre mezclada con esperanza, de la que quedan restos en mi ánimo al saber que aunque pensar duela, hay algo que sigue diciéndome ‘vente arriba, sabes que abajo no es tu lugar, tienes que brillar de la forma que se te permita’ pues eres especial, siéntete como tal.
Entonces vuelvo a caer en la tentación de imaginar cómo sería un mundo sin gente corrupta, completamente utópico y atípico, diferente, extraño, algo que no conseguiría jamás. Y entonces concluyo que las personas relevantes son poquitas, que de un millón como máximo habrá cien que merezcan la pena y además hagan sentirme bien conmigo misma incluso ya que a veces no soy capaz de hacerlo yo sola, una pequeña ayuda a veces es suficiente además de poder llegar a significar demasiado, un número: uno, vale incluso.
Sigo dándole vueltas a las ideas que se cruzan en mi mente, tal vez podría decirle a aquel chiquitín que todas esas luces las he encendido sin ayuda, todas mis ideas brotaban rápidamente… pero tampoco podría mentirle. Helado ahora no es necesario, la inquietud no me deja, la presión se mantiene, váyase por favor.
Y es que el miedo, como todos dicen, es el mayor enemigo el cual está conmigo ahora, y yo demasiado vulnerable para vencerle, te prometo que lo haré, de momento, protégeme de mis propios pensamientos, en una noche de verano.



1 apreciaciones:

Un texto precioso sin duda. Y es impresionante lo que has mejorado en poco tiempo. Besitos. Hino.

 

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