Papel en blanco

Open 24 hours

Egocentrismo.



Desperté y vi el mundo, que estaba a mis pies. El sol reflejaba mi nombre, las nubes me abrían paso. Y miré a mi alrededor, pensé.
Aquella pequeña silueta deberá ser una niña, acerté, niña con piruleta incluida, quiero ser ella. Ya lo fui.
Personas que caminaban solas por las calles, por ese paseo al lado del carril bici, unas aisladas del mundo con su música. Quiero ser ellas.
A la vez, grupos de amigos caminaban juntos riendo, haciendo tonterías, divirtiéndose, sin destino fijo. Me gustaría agregarme, lo quiero también, formar parte de algo, sentirte bien… Y en el parque, de nuevo abundan pequeños niños con sus padres, abuelos, ellos a su aire, quitándose el columpio, tratando de subir a la red. Querría volver atrás, también.
En el césped, en un claro, se encuentran parejas tumbadas, pasando el rato, en compañía y con ternura. Querría ser ella, transformarme en ese sentimiento, el cariño. Algo que también he tenido.
Más allá, por encima de los árboles se ve parte de las casas, ventanas abiertas que dejan pasar la luz del sol, quisiera ser como ellos igual de grandes pero… desde aquí también lo veo todo, no necesito más. Tras una ventana, en una casa se puede observar la cocina y un hombre experimentando (tiene la cocina llena de harina), intentando crear una buena merienda, toda una sorpresa. Yo también quiero, ser esa sorpresa que endulce a los niños, y que asombre a la persona más bella que exista.
Un gatito, un arisco gatito, pasa por la ventana saltando al muro de la casa de enfrente, saliendo a la calle, a su mundo en busca de algo de comer, quizás diversión o la compañía de otros de su especie. A veces me gustaría poder convertirme en otra clase de animal, ver otra vida diferente, creer que no sólo esta vida es la buena… Quiero todo lo de los demás.
El gato se dirige a la playa, está extremadamente cerca, el mar. Ese mar que vislumbra familias pasando un domingo de playa, desde los más peques disfrutando del agua y de sus cubos y palas jugando con la arena entre sus manos, hasta aquellos padres y aquellas madres que se distraen del duro trabajo semanal, un día de descanso. El mar tiene suerte, demasiada suerte porque por él pasan cosas muy variadas, puede ser el cómplice de miradas de las que empiezan a brotar chispas, de abrazos de despedidas, de comienzos y finales… Además, las huellas marcadas en la arena son borradas por él, por su insaciable ansia de ser el controlador de muchas cosas, de alegrías, de enfados, de esos ‘no te volveré a ver nunca más’, pero que duelen y nadie espera que sean verdad, que queden olvidados que el mar se los lleve con su oleaje… Y es que querría tener tanto como él.
Miraba, seguía mirando, percatándome de los detalles, dos personas se ignoraban a pesar de que sus miradas transmitían más bien enemistad, otras dos intercambiaban secretos en un papel que quedaba atrapado en la papelera, otras tantas sonreían, otras sollozaban, otras consolaban a las desconsoladas… Querría tener el control, de todo, y capturar cada instante. Conseguir lo imposible.
Pero… ¿Sabes qué?
Al despertarme descubrí, que ya fui aquella pequeña criatura la cual creció y sintió, experimentó, avanzó, y tuvo esas sensaciones, buenas y malas, todas.
Ahora, lo tengo todo. Además de quererlo todo, de nuevo.
Soy una pequeña persona, importante no para todo el mundo, sí para la mayoría que considero relevante, puedo tener esa piruleta que deseo, el dinero la compra y últimamente todo el mundo tiene dinero, creceré y seré mayor, pasaré por todo… aunque en este mismo momento no pueda, lo tendré.
Y, seré esa sonrisa que aparece tras una sorpresa, yo seré esa propia sorpresa para alguien, para todos los que importan, y dibujaré rostros fugaces y felices, sobretodo felices. Además, esa mirada, esa ternura, conseguiré ser la única, lo sabes, seré esa persona que todos desean, hoy lo soy, desperté siéndolo… Y era un sueño.
Un sueño de los que se hacen realidad, que no son imposibles, que depende de mí, que soy ella, que lo sabes, que no miento, que el mundo se agota, la noche se acaba, los aparatos se estropean y se cambian, las conversaciones se finalizan, llegas a casa, miras a tu alrededor, no hay nada, yo sigo ahí, quiéreme, no hace falta que lo hagas, ya lo hago yo, puedo hacer mucho, y tú por mí, pero no te preocupes que no hace falta, que preocuparse no es bueno, que vivas, que yo lo haré no me importará, la vida mejorará, lo sé, yo haré que mejore, hoy puedo con todo, y mañana… ya veremos que también, que mañana me levantaré, con el pie derecho no, con el izquierdo y siendo martes, día trece, no catorce de febrero, esos no existen no son importantes, yo sí. No es necesario que animes, que te compadezcas, hoy no, y como he dicho, mañana, tampoco.

0 apreciaciones:

Publicar un comentario

Ĭ